A día de hoy, la falta de un mercado laboral rico y
prometedor los jóvenes estamos replanteándonos día a día la posibilidad de
buscar trabajo en el extranjero como forma de ganar experiencia a la vez que
practicar idiomas. Tanto “experiencia” como “idiomas” forman parte del conjunto
de palabras clave en las exigencias para contratar a nuevos empleados en España.
En este contexto, se ha creado una nueva ley de educación,
la LOMCE, que parece abordar esta cuestión y en el preámbulo reitera la
necesidad que hay en España de una nueva ley educativa que reforme y renueve
las anteriores metodologías para ahora lograr que los estudiantes lleguen a
tener una esperanza laboral más positiva. Con este preámbulo, se puede llegar a
la conclusión de que la LOMCE parece haber sido creada, entre otras cosas para
combatir el desempleo en España que según se comenta en la introducción se
debe a la exigencia o necesidad de “formación
de trabajadores y empresarios…una lacra que limita las posibilidades de
movilidad social, cuando no conducen a la inasumible transmisión de la pobreza”[1],
y en nada tiene que ver con las incongruencias del sistema de empleo español.
Uno de los elementos que introduce esta ley es interesante y positivo porque podría
desembocar en una renovación de los contenidos que hasta ahora, se introducen todos los años en los libros de idiomas:
las competencias transversales. Aunque parecen surgir más bajo la presencia de
Europa (“Recomendación del parlamento Europeo y el Consejo del 18 de diciembre
de 2006 sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente”[2]),
todas resultan interesantes y muy aprovechables en asignaturas por ejemplo de
lengua extranjera (primera o segunda) en las que se pueden introducir con mayor
holgura y en mayor número que en otras asignaturas, por ejemplo mostrando un
vocabulario más específico y ampliado. Por ende, estas asignaturas deberían
aprovecharse este cambio para empezar a enseñar la lengua extranjera en un
contexto más real, ya que hasta ahora se ha enseñado siempre estando la materia
rodeada de un halo de irrealidad en todos sus contenidos. Esto, al igual que
los programas de metodología CLIL[3], de centros bilingües, podría ayudar a
acercar la lengua a los alumnos desde una perspectiva diferente a la que se ha
empleado ahora, una que puedan considerar más práctica y de mayor utilidad en
un contexto de inmersión o de simple comunicación intercultural.
Por otro lado, la realidad es que aunque posiblemente
habrá docentes que deseen aprovechar estos elementos al máximo, el mero hecho
de que las competencias transversales se hayan incluido en las materias de la
ESO no quiere decir que no dependa de cada docente el uso que le dé a las estas
y, por tanto, que existan profesores que quieran mantener los mismos contenidos
y hacer las modificaciones mínimas.
El mayor problema de esta legislación se encuentra en
que, en el momento de la implantación de esta legislación, no se les dio un
modelo a seguir a los docentes de forma que hubo grandes dificultades para
adaptar la programación a la LOMCE. Con una mayor colaboración podría
conseguirse una metodología que incluyese estas competencias transversales al
mismo tiempo que contenidos que puedan resultar de mayor utilidad a nuestros
alumnos, con el objetivo de que lo aprendido en el aula sea reutilizado fuera
de ella.
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