domingo, 10 de enero de 2016

Tema 6:La metodología CLIL en España



En un mundo en el que cada vez el contacto entre países es mayor gracias al fenómeno de la globalización, el aprendizaje de idiomas ha cobrado también una mayor importancia. En este contexto se sitúan los programas de metodología CLIL, enfocados a enseñar las asignaturas que por lo general se estudian en el idioma nativo ahora de forma bilingüe. Es decir, los alumnos aprenderán ciencias naturales, por ejemplo, siguiendo un programa que enseña un 50% en español y el otro 50% en una lengua extranjera elegida por el centro, que frecuentemente es el inglés o el francés, pero que puede ser cualquier otra.
Este programa está regulado de forma que cualquier centro puede hacer una propuesta para crear un aula bilingüe, y después, la inspección que se encarga del centro puede aceptar o rechazar el proyecto. En general, la metodología CLIL, o AICLE en español, tiene tanto aspectos positivos como negativos que me gustaría exponer a modo de pequeña reflexión sobre lo que este programa implica.
Para empezar, este programa tiene unos objetivos que desde mi punto de vista son bastante positivos, ya que aprender una lengua estudiando una materia como historia implica conseguir que los alumnos reciban un vocabulario concreto, tal vez difícil pero que van a usar. La constante práctica de una lengua es el mayor hándicap que se puede tener si no se está en el país donde se habla. Además, este método prepara también a los alumnos si en algún momento quieren realizar estudios en el extranjero para lo que, en el caso del inglés, un examen que certifica no solo sus conocimientos de la lengua en situaciones de la vida diaria sino también en el ámbito académico, el TOEFL.
Por otro lado, sin embargo, la metodología CLIL encierra ciertas problemáticas, por ejemplo la preparación del equipo docente. El requisito de lengua que se le pide al profesorado es de un B2, nivel que certifica a un usuario independiente capaz de entender textos complejos que se encuentren dentro de su campo de especialización. Sin embargo, desde mi punto de vista como lingüista, hablar de capacidad para entender no es lo mismo que capacidad para transmitir y comunicar a personas que no tienen un mismo nivel de lengua. Por ello, es posible que se produzcan malentendidos y otros problemas de comprensión si el profesor no tiene suficientes mecanismos y estrategias para enseñar a sus alumnos, o incluso es factible que los alumnos repitan los errores que el profesor comete sin ser consciente. El temor a que se pueda dar esta situación conlleva una continua consulta a los profesores de lengua para que supervisen o colaboren en la elaboración de los programas, algo que podría ser positivo si de alguna forma pudiesen coordinarse los contenidos sin afectar la consecución de los objetivos de ambas asignaturas, pero que de por el momento solo vez carga a los profesores de lenguas extranjeras de más tareas.
En conclusión, la metodología CLIL es una iniciativa que todavía tiene muchas lagunas sin resolver. Un enfoque distinto para implantar este método podría alcanzar los objetivos con más seriedad, como por ejemplo si se pudiese crear un laboratorio de lenguas en los institutos con auriculares y material para que los alumnos tuviesen un aprendizaje más individualizado. El aprendizaje con profesores nativos también es algo que no se está teniendo en cuenta, y parte de las lenguas son los acentos con los que se hablan.



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