domingo, 10 de enero de 2016

Tema 4: Primera lengua extranjera en la escuela secundaria obligatoria


Aprender una lengua extranjera supone dificultad distinta para cada persona. En ello influye la motivación personal que pueda tener el estudiante, el lugar donde estudia, el uso que vaya a darle a lo que aprenda, etc. Es decir, así como a una academia o en una escuela oficial de idiomas se acude por un interés personal que suele reunir estas condiciones, en la enseñanza secundaria obligatoria el alumnado tiene impuesto el aprendizaje de una lengua extranjera, le resulte útil e interesante o no.
En el año 2013 se implantó por primera vez la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa. En esta nueva legislación, los objetivos de la ESO para la primera lengua extranjera pasaron a ser “comprender y expresarse en una o más lenguas extranjeras de forma apropiada”, dándole así una mayor importancia académica al aprendizaje de idiomas. Sin embargo, estos objetivos tienen una ambigüedad que puede suscitar muchas opiniones sobre lo que se le exige a los estudiantes. Dado que España es un país miembro de la Unión Europea, tal vez deberían proponerse unos objetivos basados en el MCERL.
Un aspecto que parece haberse omitido es el hecho de que el alumnado, tanto al que está pasando por el cambio como el que lo hará en el futuro, llegará a la secundaria con los conocimientos que haya adquirido en educación infantil. Modificando la educación secundaria obligatoria no se está atajando el problema, sino que se está evitando otro. Reformar los métodos de aprendizaje de idiomas en la educación primaria y crear unos nuevos objetivos más competitivos podría realmente crear una mejora la enseñanza de lenguas extranjeras en la ESO.
Por otro lado, la metodología del aprendizaje por descubrimiento puede ser indicada para ciertas materias, sin embargo, en el caso de los idiomas el aprendizaje debe ser pautado hasta cierto punto, concretamente hasta haber alcanzado un cierto nivel. Esto no quiere decir, desde luego, que el alumnado deba ser pasivo, sino más bien que tanto el profesorado como el alumnado debe ser activo, y conseguir que los estudiantes tengan una base a la que puedan apelar en el futuro, ya que con frecuencia se cae en el círculo vicioso en el que cada año se dan los mismos contenidos usando un programa que no se adapta a los alumnos. Para que los alumnos tengan una cierta independencia del profesor, deben tenerse unos criterios metodológicos que vayan más allá de lo que se quiere evaluar en un presente. Para conseguirlo tal vez se debería actualizar la información de los manuales de idioma que casi siempre presenta situaciones y contextos anticuados, basados en intercambios efímeros y poco utilizables en la realidad. Algo que siempre ha ayudado a los alumnos a aprender otros idiomas y a mostrar interés por culturas extranjeras han sido las experiencias de inmersión lingüística, en forma de viaje o de intercambio en una familia nativa.
Lo que está claro, es que esto es fundamental para ejercitar y mejorar el aprendizaje de idiomas, así como por supuesto, para fomentar el conocimiento de otras culturas. Por ello, los recortes en las becas de inmersión lingüística para los jóvenes que todavía no están en la universidad, así como en los programas erasmus y demás programas de intercambio para estudiantes universitarios son cosas que deberían restaurarse y mejorarse. En el preámbulo de la LOMCE se reitera la intención de favorecer que las generaciones futuras tengan una mejor situación laboral, tal vez con esto confían en que la inmersión lingüística llegue en algún momento durante la búsqueda de trabajo de sus jóvenes.

Referencias bibliográficas on-line:
LOE y LOMCE: Lengua Extranjera. Visión general, Unir Revista.
El currículo en Primaria, ESO y Bachillerato, Ministerio de Educación.
Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas: Aprendizaje, enseñanza, evaluación, p.26, Instituto Cervantes. http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/marco/cvc_mer.pdf



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